lunes, 20 de octubre de 2008

Viaje a Italia: Florencia (IV)

Jueves, 4 de septiembre

19.20 horas: ¡Por fin italianos hablando mientras mueven la manita y ponen cara de estar enfadados con su interlocutor! ¡Por fin gentes sin máquina de fotos incorporada (bueno, sí, Ruth y yo)! ¡Por fin gente que acaba de salir del trabajo, o que trabaja en algo que no es cobrar una entrada o utilizar un paraguas para que te sigan medio centenar de japoneses! Estamos en Siena, sentados en la famosa Piazza del Campo, frente al imponente campanario del Palazzo Público y el enorme sol con el que el infeliz San Bernardino de Siena pretendía terminar con las rivalidades de los distintos barrios gracias a este símbolo común. Aquí hay niños berreando, abuelos que empujan carritos y adolescentes que hacen méritos para poder mantener algún día relaciones intramusculares con la chica que ahora se tumba a su lado. En Siena también hay turismo, pero no es la Disneylandia del renacimiento que a veces parecía su histórica rival.

De Florencia hemos salido a eso de las once de la mañana con nuestro flamante coche flamantemente alquilado, un Fiat Bravo la mar de bien con elevalunas eléctrico con los que bajar las ventanillas cada vez que queramos contestar gestualmente a algún otro conductor enfadado por nuestro vuelo turístico y gallinaceo. El paisaje toscano se va abriendo a nuestro paso a una velocidad perfecta, y no sorprende porque uno ya imagina de antemano que va a ser maravilloso; y como el concepto maravilloso es tan amplio, tampoco hace falta mucha imaginación. Las carreteras bordeadas de cipreses ondulan suavemente entre montes atestados de pinos, o vides, o florecillas silvestres y coronados por villas ideales y pueblecillos con toneles de vino casi tan grandes como sus iglesias.

Precisamente, nuestro alojamiento está en un pueblo -o, mejor, en una aldea- de este tipo, dependiente de la celebérrima San Gimigniano, pero que tiene sus propias bodegas, su propia iglesia y sus propios alemanes que parece que están en todos los sitios dedicándose con efectividad teutona al "dolce far niente".

Dejamos las maletas y nos dirigimos a Volterra. Por el camino vamos dejando atrás los cipreses y los pinos, y la tierra cada vez parece menos fértil -o, al menos, menos exhuberante- y uno se va dando cuenta de cuan viejo es este paisaje y cuantas cosas han pasado por él. Volterra misma es una ciudad que fundaron los etruscos (pueblo avanzadísimo que dómino la cúpula, lo que dejaba a los romanos como simples paletos arquitectónicos) encima de una meseta y donde el tiempo parece que se ha quedado parado en los edificios, sean de la época que sean. Por supuesto, aquí también hay turistas, pero no molestan (mos). Paseamos, entramos al duomo, comemos una lasaña la mar de rica y después, como de postre, nos traen una ensalada de rúcula y mozzarela. Parece que por aquí es costumbre dejarse lo verde para el final, como para digerir cantidad enorme de pasta que se trapiñan en cada plato.

Salimos de Volterra en dirección a Siena y por el camino se van quedando pueblos que sin duda serán encantadores y que uno no tendrá más remedio que lamentar que el día sólo tenga 24 horas cuando recorre paisajes como éste. A media tarde llegamos a Siena, descubrimos sus calles de casas apiñadas, su gente, sus farolas y las banderas que marcan cada barrio como una histórica meada canina. Compramos queso, leche y proscciutto para cenar en el apartamento y nos quedamos ojipláticos con la fachada del Duomo o con las historias gráficas que, en plan cómic medieval, adornan el mármol del suelo del templo.


Anochece y ahora estamos tumbados en la plaza donde hace menos de un mes galopaban vertiginosos los caballos en el Palio. Nos trapiñamos una birra Moretti, igual que hacen los adolescentes que tenemos al lado y otros que están más allá. Estamos tan bien que nada molesta.

viernes, 3 de octubre de 2008

Viaje a Italia: Florencia (II)

Miércoles, 3 de septiembre
15.35: !Qué dolor, qué dolor (dentro de un armario)¡, que diría el clásico. Casi que acabamos de bajar los 463 escalones que conducen a lo alto de la cúpula de Santa María, para lo que, cosas de las impepinables leyes de la naturaleza, primero ha habido que subirlos. Por supuesto, la vista desde lo alto y el airecito que te envolvía han valido la pena. Como para decir que no...
Anoche salimos a cenar en una pizzeria situada justo detrás del Duomo. Vino del Chianti, quesos del país, tostas que aquí llaman "crostini", pizza y un rissotto que no probamos porque no lo habíamos pedido pero por el que sí nos cobraron ocho euros. Debía estar rico.
En la mesa de al lado estaban sentadas dos mujeres, la una más joven que la otra y que resultaron ser madre e hija. Como soy de tendencia ojiplática ante ciertas comidas muy apetecibles, me quedé embobado ante un trozo de carne magnífico que se iban a trapiñar entre las dos, así que la más joven se giró y me recomendó, en simpático y saltarín castellano, que la próxima vez pidiésemos una ternera a la florentina, que es de lo que se trataba el manjar. Resultó que ambas mujeres, a las que hasta ese momento habíamos escuchado hablar en inglés, también tenían un español bastante correcto, pese a ser americanas con sangre de un montón de sitios en los adentros. Como somos gente simpática y agradable, dada a la conversación fácil con extraños, acabamos conversando con nuestras vecinas de mesa . Nos dijeron que su castellano lo tenían por los muchos años que habían estado viviendo en Venezuela y Puerto Rico, que la más joven vivía desde hace un par de años en Florencia y que su padre (y marido de la madre, of course) era italiano.
La cuestión es que, al finalizar la cena casi al alimón, la madre se fue a dormir y la hija - una chica espabilada, espigada y un tanto filiforme - nos acompañó a tomar una copa a un local que solía frecuentar al otro lado del Arno.
Por el camino nos contó que ella vive aquí porque su novio es florentino. Eva, que es como se llama la chica, fue relatando con cierto orgullo que la familia de su santo es florentina desde tiempos de Lorenzo el Magnífico (algo que ilustró con un gesto de nariz levantada, como indicando que los linajudos van oliendo por encima del aroma de los que no son como ellos), que habitan un palacio al que apenas pueden tocar las cañerías ya que está declarado monumento protegido y que, por cosas como esa, a los florentinos cada vez les cuesta más residir en su ciudad. "A mi suegro lo bautizaron en el Baptisterio y ahora tiene que pagar la entrada y hacer cola como un turista más para poder entrar", nos aseguró Eva a modo de ejemplo.
Parece que el interés de las autoridades locales para que Florencia sea una ciudad volcada con el turismo, para que sea esa especie de parque temático renacentista, ha sido tan efectivo que hacer frente a cosas tan cotidianas como pagar el agua, la luz, una barra de pan o un cafe es algo casi heroico. De ahí que, según nos explica nuestra acompañante, más de un tercio de los florentinos de toda la vida que habían nacido en el centro de la ciudad hayan decidido buscar su residencia en otro sitio y dejar sus históricas y linajudas casas a alemanes, ingleses y americanos más pudientes que ellos.
También nos habló Eva de sus problemas en el tajo por venir de los United States con cierta idea anglosajona de productividad laboral y aprovechamiento del tiempo. A lo que se ve (o al menos así lo ve Eva) los trabajadores italianos del sector público son incluso más mantas de lo que son los españoles y a ella, por ejemplo, le cuesta concebir que si una reunión se fija a las nueve, su jefe llegue a las diez y esté hasta y media tomándose un café con el subdirector mientras hablan de fútbol.
Camino ya de nuestros respectivos palacios renacentistas y hoteles, Eva nos ilustró también sobre algunos rincones de la ciudad que no debíamos dejar de visitar y nos contó anécdotas históricas como la del Puente Vecchio, que fue el único de los puentes florentinos que los nazis no derribaron durante la Segunda Guerra Mundial ya que a Hitler le gustaba mucho. Según señala nuestra acompañante, esta circunstancia la aprovecharon los partisanos para sortear el cerco al que sometieron la ciudad los alemanes y fascistas de Saló a través del viejo pasadizo que une el Palazzo Vecchio y el Oltrarno y que pasa precisamente por las viviendas del puente.
También nos cuenta la historia de la princesa Ana María Luisa, la última de los Medici, y que prefirió donar a la ciudad del impresionante patrimonio artístico de su familia antes de que su sicalíptico hermano dilapidara en orgías la ya menguante fortuna que les correspondía.
Ya por la mañana nos hemos levantado (sin Eva, por supuesto) y hemos acometido nuestra segunda jornada completa en Florencia. Desde el hotel en autobús al Duomo y de allí la parte norte del casco histórico. Visitamos la basílica de San Lorenzo y capilla de los Medici, con sus fibrosas y tensas esculturas de Miguel Ángel, y recorremos el Mercato Centrale, cumpliendo así con la máxima de Manuel Vicent que aseguraba que para conocer bien una ciudad lo primero que hay que hacer es visitar su catedral y lo segundo su mercado. La planta baja del Mercado Central está dedicada a los comestibles elaborados (y muy muy apetitosos) rollo fiambres, quesos, pastas y vinos, y también carne, que los italianos saben presentar y cuidar como nadie, no sólo en los puestos de este mercado sino en cualquier tienda del ramo repartidas en casi todas las calles de la ciudad. Los pasillos del mercado adolecen de un aspecto un tanto oscuro, hay poca luz natural, pero las paradas tienen una pinta abundante, alegre, resultona y así es imposible que el visitante no esboce una sonrisa y se sienta tranquilo. Nos compramos unos tomates secados al sol y envasados al vacío y subimos a la planta superior, completamente dedicada a la fruta y a la verdura y allí compramos medio kilo de uva blanca que nos lo trapiñamos camino de la Academia.
¡ Ah, la Academia ! El David de Miguel Ángel, sí, pero a su alrededor, haciéndole compañía y regalando sencillez, otra impresionante colección de pinturas góticas y prerrenacentistas con las que juego, a partir de mi educación catequista de monaguillo, a encontrar el significado de los símbolos y adivinar quien es cada divinidad de las dibujadas.
De ahí, en línea recta, a Santa María dei Fiori. Un poco de cola, un poco de calor y entramos en la Catedral (de las figuras de la monumental fachada ya nos habíamos ocupado el día de antes). Sorpresa, es gratis, quizá porque el interior es austero como él sólo y la austeridad es más difícil de vender. Donde sí pagamos es a la entrada de la escalera a la cúpula.
Al salir, comemos una ensalada todavía con las piernas temblorosas, pagamos dos euros por un "expresso" en un bar y enfilamos la cuesta de San Leonardo, ya en el Oltrarno, bordeando los jardines del palacio Pitti. La caminata, junto a las enormes villas que se adivinan tras muros enormes y huertos de olivos, se nos hace eterna, interminable, y siempre cuesta arriba. Casi una hora caminando para llegar a los pies de la iglesia de San Miniato y disfrutar de una de las vistas más espectaculares de la ciudad. Gracias a la luz de las seis de la tarde, la estampa tiene una calidad desdibujada, como de foto guardada muchos años en un cajón.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Viaje a Italia: Florencia (I)

Lunes, 1 de septiembre.

17.02: Quedan 20 minutos para subir al avión de Ryanair que nos llevará al aeropuerto de Pisa, y desde allí en autobús a Florencia. Por el momento lo más destacable del viaje han sido las tetas escandalosas de la tipa que nos precedía en la cola de facturación. Ya nos hemos abastecido de revistas - yo una "Hard Rock" con reportaje dedicado al año glorioso de los AC/DC, que fue el 1978, y Ruth la "Cuore", que dedica su portada a los pelos que suelen lucir las famosillas de pinta maloliente- y botellitas de agua, a 3,50 euros los tres cuartos de litro. Embarcaremos por la puerta 13 a un vuelo regulero justito de combustible, que, tal como denunciaban hace unos días sus propios trabajadores, es como suelen ir los aviones de esta compañía irlandesa. Todo parece tan hecho aposta para pasarlo mal que es imposible que nos podamos estrellar. Desconectamos los móviles, mandamos a tomar por culo a la cotidianidad.



PD: Salva, que va de culto, ha elegido la "Cuore" como primera lectura.



Martes, 2 de septiembre

00.45: Primer contacto con Florencia. El "Albergo Villa Azalee", el hotel en el que dormiremos las próximas tres noches, es bonito, decadente, más limpio que sucio, no tiene ascensor pero sí un botones indonesio que nos ayuda a subir las maletas hasta la habitación. Llegamos a las diez de la noche, dejamos los bártulos en el cuarto y quince minutos después ya vamos camino del centro de la ciudad para echar un vistazo y calmar la gusa. Para lo segundo, tras comprobar que a esas horas los restaurantes están cerrados o ya no dan de cenar, nos compramos unos bocadillitos de prosciutto, mozzarella y tal, que rematamos con unos cremosos helados de tiramisú, café, stratiacella y panetone sentados en los escalones del Palazzo Vecchio mientras la copia del David de Miguel Ángel mira hacia otro lado demostrando que con él no va la cosa. Después callejeamos un rato, atravesamos el famoso Puente Vecchio atestado de estudiantes extranjeros atendiendo como perros de porcelona a dos pies negros con guitarra cantando el Imagine, pasamos por tiendas de moda que ofrecen impúdicos bolsos de 1.500 euros y nos deja impresionados la claridad que desprenden en plena noche los muros de Santa María dei Fiore.



PD: El paseo de esta noche ha valido la pena. Digamos que ha sido ideal. Mañana, con miles de turistas, veremos si luce igual... Esperemos que sí.



19.50 horas: Escribo estas letras sentado en el water de la habitación mientras suelto un cirullo percherón. Hemos estado todo el día pateando la ciudad, viendo cuadros y buscando frescor en las iglesias. El encanto de Florencia es tan grande, su monumentalidad es tal que ni las hordas de turistas siguiendo al paraguas identificativo de una señorita que les hace de guía ni las múltiples formas de bizarría que pueden aportar los souvenirs que te ofrecen a cada metro, logran borrarte el dibujo de la "o" que se te queda en la boca. Y lo mejor de todo es que ese encanto y esa monumentalidad no llegan a abrumar. El equilibrio aparece en todas estas obras y uno no puede más que admirar a las gentes de esta ciudad que entendieron que para demostrar que uno es grande no le hace falta ser un garrulo con grandes letras doradas impresas en la camiseta.

Tras visitar Santa Maria Novella y sus impresionantes frescos, caminar por la plaza de la República y sus alrededores, nos dirigimos a la Galería de los Uffizzi. Hay gente, sí, y para ciertos cuadros famosísimos uno tiene que tirar de codos o estirar la cabeza para poder disfrutar de la obra en toda su amplitud. Pero, en general, no hay el agobio que uno puede encontrar, por ejemplo, delante de la Gioconda en el Louvre. Y eso que en este museo uno se encuentra, como quien no quiere la cosa, con un montón de pinturas del primer renacimiento (Lippi, Giotto, Botticelli, della Francesca) que te reconcilian con la educación escolar a pesar de tantos años de historia del arte. Pero además, cuando llegas al final de la larga galería donde se accede a estas pinturas, te asomas a una ventana y te topas de repente con uno de los paisajes urbanos más esclarecedores que uno ha visto durante su torpe existencia, con el Arno cruzando cansino la ciudad entre la monotonía de colores de los edificios florentinos.

A algunos el arte les despierta el hambre, pero nosotros ya veníamos con el hambre puesta de casa, y a eso de las dos y media abandonamos el museo con las canillas endurecidas y nos sentamos en una trattoria de la zona para pedirnos el menú (rissotto a la florentina yo, fusilli primavera Ruth y escalopines ambos. Con la cerveza, la ensalada y el café, salimos a unos dieceséis euros cada uno, lo cual tampoco nos parece exagerado).

Con las plantas de los pies todavía ardiendo a pesar de la pausa, reptamos entre callejuelas hasta la iglesia de la Santa Crocce. Impresionante, a pesar de que un gran velo de madera tapa la capilla principal en plena restauración. Sólo con los frescos de Giotto que adornan dos o tres capillas de uno de los brazos laterales del templo, uno ya está satisfecho y lamenta a la vez la falta de talento propio para encontrar palabras que describan lo bien que se siente uno descubriendo estas cosas. Pero después pasas por una puertecita al claustro que diseñó Brunelleschi para que los religiosos caminasen, no sólo bajo el absoluto equilibrio espiritual sino también el arquitectónico, y a la satisfacción se le une una sensación de tranquilidad que si uno fuese un poco más sensible seguro que se le sosegaban las entrañas. En todo caso, sí que sales de allí con una católica bonhomía que te permite salir del templo y regalarle a las hordas de turistas la mejor de las sonrisas.

Volvemos a caminar buscando la sombra de las calles estrechas hasta la Piazza della Signoria y entramos en el Palazzo Vecchio. Ya son casi las seis de la tarde y uno agradece primero que la mayoría de los turistas se conforme con ver este edificio desde fuera, y después agradece salir de allí y caminar un rato sin rumbo definido y sin la espada de Damocles de la cultura obligándote a pararte ante cada monumento y a pagar a tocateja la respectiva entrada. Cruzamos el Arno por el puente de la Trinitá, para ver desde allí el famoso Puente Vecchio y echarle unas fotos de lejos. Pasamos al Oltrarno, el barrio que se hizo grande y noble cuando a una española casada con un Médici le dio por decir que cerca del Duomo se ponía malita y que quería irse de allí. Ahora, este barrio es lo más parecido a una ciudad normal que tiene el casco antiguo de Florencia, con tiendas de cierto aspecto canallesco y niños jugando solos en la calle, sin ir cogidos de la mano de un hombre con máquina de fotos incorporada. Y es que a veces tengo la impresión de que Florencia es la postal de una ciudad maravillosa mirada desde dentro.

martes, 19 de agosto de 2008

El verano que estuve en la playa

El verano que estuviste en la playaaaaa, graznaban Los Planetas en esa plausible obra del indie sinfónico patrio que fue Una semana en el motor de un autobús. Por aquel entonces yo era un adolescente pajillero (ahora ya no soy adolescente) y tenía la misma afición a la playa que tengo a los treinta años: escasa. Entiéndase aquí el concepto "playa" como lugar atestado de gente, de los berreantes hijos de la gente, de algas y de sol difuminado bajo una capa de crema con factor 20. A mí me gusta la playa romántica, nostálgica, otoñal y, a poder ser, a veinte kilómetros de distancia de donde yo esté como poco.
Pero, aún así, de vez en cuando, la inercia estival me empuja hacia un día de playa vacacional, enseñando canillas peludas y siendo el rostro más pálido del lugar. Y ese día fue ayer, en Xàbia, en busca de una cala lo suficientemente vacía para que el concepto romántico, nostálgico y otoñal no me resulte tan lejano. Pero fue imposible. El mapa que nos debía guíar hasta la cala no sé qué, cerca del cabo de San Antonio, era de precisión testimonial y folletinesca, así que optamos por el camino fácil a la playa de la Grava, urbana y, como su nombre indica, llena de grava. Ideal por lo tanto para aquellos que, como yo, tenemos especial tirria a la incómoda capita de fango que se pega en los pies como una sanguijuela sedienta de sangre.
Tras un poco de baño y un mucho de sol con lectura incluida, nos dispusimos a comer en un restaurant-arrosseria que había reservado Ruth el día anterior. Un local la mar de aseado, conversaciones pijas del cap-i-casal en las mesas de al lado y un arroz con col, bacalao y cebolla bastante estimable aunque demasiado meloso para mí (supongo que la presencia de la cebolla picadita en el conjunto fue determinante para darle esa calidad blandurria y un tanto empalagosa, pero estaba rico). Antes del arroz, y que yo recuerde, el inevitable micuit con una reducción de mistela y el también inevitable carpaccio en este caso de gambas. Ah, y un esgarraet de presentación aseada. Con el vino y el sorbete de mandarina que hizo de postre, unos 60 euros para los dos.
Conversamos, nos cogimos de la mano y se nos hicieron casi las seis de la tarde, así que cuando volvimos a la playa tuvimos más ganas de hacer la siesta que de bañarnos. A eso de las ocho nos despertamos y nos desperezamos durante un buen rato mientras el sol se ponía de espaldas al mar. Una pesadísima sensación de pereza me hizo la mar de feliz durante todo el día. Lástima que no me apetezca más a menudo.

miércoles, 13 de agosto de 2008

La figuera


Me siento huertano, folclórico, conecto con mis antepasados, como si fuese un indio de chichinabo, cada vez que voy a la "figuera" de mi abuelo. Mi abuelo no está, y yo ni siquiera le conocí, pero se me ocurre imaginármelo liándose un cigarro bajo la sombra del árbol mientras el agua sale de la acequia e inunda el huerto que hay al lado.
Ayer mi madre me dijo que Conchín "la Parlaora" (la señora propietaria del huerto de al lado y cuyo apodo sienta como anillo al dedo a su fabulosa verborrea) aseguraba que nuestra higuera estaba atestada de higos, y bien maduros además. Me sorprendió, porque el año pasado no los pude recoger hasta casi llegado septiembre.
Como queda sugerido, la higuera y el campo donde crece y da sombra e higos desde hace un montón de años pertenecieron a mi abuelo Voro y, como es natural, al morir él y hace nada mi abuela, lo heredaron mi madre y mis tías. Fue de los pocos campos que les dejó (por razones que no vienen al caso pero que no tienen nada que ver con dilapidaciones puteriles o ludópatas) y mi familia lo tiene arrendado a un señor que ahora planta allí oliveras, palmeras e higueras que una vez creciditas vende a los chaleteros para que las replanten en el jardín, lo que sin duda le rinde al arrendatario más beneficios económicos que si se dedicase a plantar tomates o berenjenas y los vendiese después.
La cuestión es que con toda la ponentá que caía ayer como un secador gigante de cuarto de baño de bar colgado del cielo, hasta allí me fui dispuesto a recoger los higos, comérmelos y repartirlos entre familiares y amigos diciéndoles "mira que higos más buenos tengo", algo que incluso sienta mejor que comérselos. Pero, en este caso, la Parlaora habló demasiado y cuando fui, comprobé que la mayoría de los higos seguían verdes. Había unos cuantos maduros, lo que me hace pensar que no eran los únicos hasta hace nada y que alguien se debió de llevar el resto antes que yo. Así que volveré la semana que viene y a ver si puedo coger más.
Siempre que vuelvo de la Figuera de mi abuelo, con la bolsa llena de higos o no y algún tomate que cojo de la huerta de al lado, pienso que no sería una mala vejez la de pasarse las tardes liándome cigarritos bajo la sombra de la higuera mientras veo como el agua cubre el campo como una manta.

viernes, 23 de mayo de 2008

Blues Brothers In Arms

Queridas criaturas:

No os creáis; esto de noctivaguear tiene sus ventajas. Anoche me quedé leyendo hasta las tantas la última novela de Montero Glez, que se llama "Pólvora Negra" y con la que uno llega a sentir la roña histórica española como si la llevase en el cuello de la camisa. Bueno, la cuestión es que me quedé leyendo hasta las tantas y cuando acabé y me disponía a acostarme tras beberme el correspondiente y saludable vasito de leche, hice una ronda televisiva para ver que ponían a tan intempestivas. Entre porno barato, series americanas, galas interminables y graciosillas progres, a canal nueve le dio por programar uno de mis musicales preferidos (junto a Cantando bajo la lluvia, la leyenda de la ciudad sin nombre y Rock'n'roll High School, que es una peli donde salen los Ramones y de la que ya os hablaré algún día): Granujas a todo ritmo (u, originalmente, "The blues brothers", dirigida por John Landis en 1980). La peli tiene casi todo lo que debe tener una buena peli: gafas de sol, coches estrellándose, autoridades ridiculizadas, explosiones, nazis asquerosos, cantantes country viejunos, john belushi y algunas de las mejores canciones que han pasado por la historia del cine de los últimos treinta años, interpretadas por algunos de los mejores cantantes de todos los tiempos.

A saber:

James Brown haciendo de reverendo y carnalizando el clásico del gospel "Old Landmark" (viendo al gran James Brown cantando la palabra de Dios, hasta un politoxicómano como Belushi es capaz de tener una revelación sin ir hasta las venas)



Ray Charles haciendo de vendedor de instrumentos y demostrando que la tensión de un piano no está en las teclas, sino en los dedos de quien las toca. Si no me equivoco (que posiblemente sí) los primeros en grabar este "Shake a tail feather" fueron Ike y Tina Turner allá por el 66.



Y también sale Aretha Franklin, que tiene un restaurante de "soul food" que, como ella misma dice, vende el mejor pollo frito de todo Chicago. Éste es uno de los números más divertidos: Aretha interpreta a la esposa del guitarrista de la banda a quien, mediante el legendario "Think", le advierte de lo que le puede pasar si la abandona para irse de gira con los hermanos Blues. Inmensa Aretha e inmensos los gritos que le pega a su santo.



Bueno, sobra decir que me volví a papar la película enterita y así luzco las ojeras tan souleras que tengo ahora. Pero valió la pena. Larga vida al rithmin' and blues.

martes, 20 de mayo de 2008

Avance informativo (IV)

Queridas criaturas:

A punto como estamos de emitir dentro de hora y algo La Vía Láctea de esta semana, os paso unas cuantas de las canciones que tenemos pensado pinchar. El de hoy será un programa de esos variaditos que nos sacamos de la manga cuando no nos apetece calfarnos la perola durante media hora más para parir un especial.

Así que, por ejemplo, tendremos power-pop del muy bueno de mano de los Romantics y una de las canciones más vitales de la historia. Todo un clasicazo.



También daremos un pasito atrás, a la consolidación de lo que algunos llaman "garage-punk", "sixties punk" o, simplemente "garage". Un himno: el "strychnine" de los Sonics, con ese pedestre saxofón ardiendo de fondo.



También pincharemos a nuestros "primos" La Habitación Roja, para celebrar que han llegado al número 1 en la lista de singles de la Afyve, que digo yo que es algo celebrable, con "Ésta no será otra canción de amor".



Por cierto, que LHR viaja mañana a México lindo y querido para participar en un festival que se celebra allí este fin de semana.

Bueno, pues nos escuchamos en un ratito, queridas criaturas.

martes, 13 de mayo de 2008

Avance informativo (III)

Queridas criaturas:

El de hoy -y, posiblemente, el de la semana que viene- será un programa dedicado al maravilloso, curioso y proceloso mundo de las versiones. Vamos a hacer una pequeña selección de canciones que tienen que cumplir dos características fundamentales: nos tiene que gustar la versión original y nos tiene que gustar la versión, que es la que finalmente pincharemos. Además, si la versión aporta una visión diferente de la original, mejor que mejor.

Verbi gratia:

Esta versión increible que hace un señor de Las Vega llamado Richard Cheese ("Ricardo Queso", como el mismo dice en alguna canción) de Creep, el clásico de los Radiohead. No voy a decir que la versión sea mejor que la original, que los indis recalcitrantes soys capaces de venir y zumbarme. Pero que me lo paso mejor escuchando a Richard Cheese que a el Tom York ese y sus colegas, pues sí que os lo digo.



Otro pedrazo de tema, tanto el original (de Bob Marley), como la versión que pincharemos nosotros (de Johnny Cash y Joe Strummer, casi na) o esta cuyo vídeo os dejamos aquí (la que hizo Joe Strummer con su banda Los Mescaleros). Hablamos, claro, de Redemption Song.



Y por último, el Rey que se nos presenta aquí en forma de Jello Biafra y compañía; es decir, los Dead Kennedys. Como podéis comprobar, esta versión de Viva Las Vegas, fue incluída en "Miedo y Asco en las Vegas", la peli protagonizada por Johnny Deep y dirigida por Terry Gilliam, y que está basada en una novela del periodista Hunter S. Thompson.



Hale criaturas, a disfrutar. Sólo tenéis que sintonizar a partir de las 20.00 horas la 90.3 los que vivís en el Camp de Túria, y los que no pinchad en enlace de Radio Túria de aquí al lado y escuchad la Vía Láctea a través de internet.

viernes, 9 de mayo de 2008

El gran Troy

Hoy no hablamos de rock'n'roll, ni de soul, ni de rithm'n'blues, ni de country ni de Juanito Valderrama. Hoy hablamos de uno de los mejores actores de la historia del cine, uno de los artristras más completos, con una de las filmografías más amplias y un registro interpretativo más extenso. Westerns, thrillers psicológicos, terror, comedia, musical... Desde Hollywood a la televisión, desde Broadway a Springfield. Troy McClure, un grande del cine. Miren que filmografía:

PELÍCULAS
Hola? Que tal
Alicia voló por el parabrisas
Poni y el Newppy Campeón.
La Venganza de Abraham Lincoln
La Carreta más Absurda del Oeste
Llamando a Todos los Curanderos
Gladys la Mula Feliz
Hoy Matamos, Mañana Morimos
Marcar A Para Asesinamiento
Las Eróticas Aventuras de Hercules
"P" de Psicópata
¡Papá, soy gay!
La viuda más loca del oeste
La Desaparición de la Nuca del Presidente
Buena Muralo!! 2
El Secuestro de Super-barco 79
Hydro, el Hombre de los Brazos Hidráulicos
Los Muppets en la edad media.
La Mayor Historia Jamás Bailada
Vinieron a Robar al Carneggie Hall
Caballero Sin Espada
Dale Mis Recuerdos a Broadway
El Veredicto Fue un Fraude
Lepra en el campo de juego
El Electro-gigoló
Comprendiendo al Rey de Montana
Rezando a la Excavadora
Juventud Gritona
Aquí Llegan los Guardacostas
David Contra Super Goliat
De Repente, la Última Cena
Buena Época Para los Delgados, el Tío Doobie y el Gran Terremoto de San Francisco
El Apabuloso Favarato del Profesor Horacio Hufnagel
Tijeras Calientes (xxx)
Como agua para café soluble
Danza con bobos
Huevos de Carnaval

VÍDEOS EDUCATIVOS
La Guía del conejo Fuzzy sobre el ya-sabes-que
¡Aquí Llega el Sistema Métrico!
M. Sol Chaves: Deliciosa Pero Mortal
Conductores Sobrios: Los Repelentes Salvavidas
Las Aventuras de Alicia a Través del Espejo Retrovisor
La Decapitación de Larry Piesdeplomo
El Consejo de la Carne: La Carne y tú: Compañeros en la Libertad
Dos Menos Tres: Diversión Negativa
Matias Liberal: Historia de un Humorista con Exito.
Ariel Henault, el Silencioso Asesino
Las Falsas Alarmas Reducen Precauciones
Cuidado con los Pequeños Hurtos
Fume Hasta la Tumba
No Sea Inseguro, Estúpido
¡Alguien está en la Cocina con el A.D.N.
Alicia Ya No Vive Aquí
Mamá, ¿Qué le Pasa a Ese Hombre en la Cara?
Tote, un Pelón simpático.
Pájaros, Nuestros Colegas con Plumas
Pulgas... ¡Uuugh!
El Hombre y la Naturaleza: La Ruta de la Victoria
El Joven Jebediah Springfield
Lucha de Toallas en el Vestuario
La Ceguera de Larry Driscoll
El Gatito Feliz
Cereales trangénicos, cada desayuno una aventura
Baje de Peso Fumando.

TELEVISIÓN
Concurso de Miss Joven América
Carnaval de las Estrellas
Espectacular episodio número 138
Cirugía Plástica Alienígena
Las 5 Fabulosas Semanas del Show de Chevy Chase
Productos Secundarios
The Simpsons Spin-Off Showcase (El especial de series secuela de los Simpson)

ESPECIALES DE NAVIDAD
Simio navideño
Simio navideño en campamento de verano

Y de regalo, un vídeo de los Ramones

lunes, 5 de mayo de 2008

Avance Informativo II

Queridas criaturas:

Ya sabéis que hoy martes tenemos programa (a las 20.00 horas, ya sea a través de la 90.3 los que vívís en el Camp de Túria o a través de interneeeeet los que no). El de hoy estará dedicado a Bob Dylan, sin ninguna razón aparente y sólo porque nos mola, y si no te mola pistola. Pero lo haremos en plan gafapástico, pillando alguna de las canciones que más nos gustan y traduciéndolas al castellano y así nos enteramos los tarugos que no tenemos ni pajolera de las cosas que dice Bob en minessotense con esa voz nasal tan agradable. Tranquilas, yo sólo leeré la letra en castellano con la canción de fondo, pero no hasta el final, que si no se eterniza en "like a rolling stone". Después la vuelvo a poner enterita y comparáis. Yo qué sé, a lo mejor mola. Aquí os dejo una especie de ejemplo, tomado del legendario documental de Martin Scorsese "El último vals", donde, además de Dylan y The Band, cantan y tocan Van Morrison, Joni Mitchell, Neil Young, Neil Diamond, Ringo Starr, Ronnie Wood...




"Seré liberado"

Dicen que todo puede ser reemplazado,
aunque todos los caminos no son cercanos.
Así que recuerdo el rostro
de los que me pusieron aquí.
Veo que mi luz viene brillando
de Oeste a Este.
Cualquier día de estos,
cualquier día de estos, seré liberado.

Dicen que todos necesitamos protección,
que todo el mundo debe caer.
Sin embargo juro que aún veo
mi imagen reflejada
por encima de este muro.
Veo que mi luz viene brillando
de Oeste a Este.
Cualquier día de estos,
cualquier día de estos, seré liberado.

A mi lado, inmerso en la solitaria muchedumbre,
está un hombre que jura que no es culpable.
Todo el día le oigo decir a gritos
que todo fue preparado contra él.
Veo que mi luz viene brillando
de Oeste a Este.
Cualquier día de estos,
cualquier día de estos, seré liberado.

lunes, 28 de abril de 2008

Chupagomas, melenudo, alto, ye-ye

Queridas criaturas

Ante ustedes, el mejor insulto de la historia y un poco de buena música.

viernes, 25 de abril de 2008

Avance informativo (I)

Queridas criaturas.

Para aquellos que no podáis escuchar este martes el próximo programa, ya sea porque no vivís en l'Eliana o no tenéis internet u os crecen las uñas de las manos hacia adentro y sufrís terribles dolores que os impiden concentraros, os dejo aquí algunas de las canciones que vamos a emitir. Como dejé dicho en una entrada anterior, el programa de este martes a las 20.00 horas estará dedicado al punk-rock y new wave de los años 70, que no sólo de música sesentona y patillera vive el hombre.
Así que empezamos con Iggy Pop y su "Lust for life", canción que el tío grabó en Berlín, con David Bowie de productor, cuando ambos intentaban desengancharse de su adicción a las drogas (leí en algún sitio que en aquella época Bowie se alimentaba a base de vasos de leche y clenchas de cocaína). Iggy fue una especie de primo mayor, pero en mejor, de los punkis del 77 y con esta canción además les daba una lección de actitud.



También escucharemos a The Damned, con Nick Lowe produciéndoles esta "Neat neat neat" y el secreto farmaceútico de la velocidad rítmica.



Y aunque no fuesen punks, también escucharemos a The Jam y su grandioso "The modern world", con el que adelantaban por la derecha a los punkosos a base de revivalismo mod y mala leche. Ya sólo por el hecho de que Paul Weller le abrió la cabeza a Sid Vicious con una botella de cerveza, esta banda debería ser una de vuestras preferidas.



Por La Vía Láctea también pasarán este martes The Heartbreakers, orgullosos yonquis entre los que estaba Richard Hell, y que fueron los primeros en grabar "Chinese Rock", una composición sobre la adicción a la heroína parida por otro yonqui ilustre, Dee Dee Ramone. Los Ramones no incluyeron esta canción hasta el "End of the Century" que grabaron con Phil Spector de productor, ya que Johnny Ramone consideraba su mensaje demasiado evidente.



Y, por supuesto, también escucharemos a los Ramones con uno de sus 87.300 himnos de dos minutos y medio.



Bueno, espero que os guste. Un besito.

jueves, 24 de abril de 2008

I want to fuck her

Programa de la televisión francesa, en directo y en horario de máxima audiencia. Una jovencísima, ochentera y cardada Withney Houston termina de cantar y, acompañada por el presentador, se sienta en la zona de plató destinada a sentarse y que debe tener un nombre que yo no sé. Allí les espera un cocidísimo Serge Gainsbourg, con pajarita y sin su Gitanes en la mano. Seguramente el autor de "69 anne erotique" y "Je t'aime moi non plus" ya viene cachondo de casa, pero se pone aún más al tener al ladito a la Houston, que en aquella época aún no empalmaba pipas de crack y estaba bastante bien. La cuestión es que el sátiro francés empieza a toquetear a la cantante, mirándola en plan baboso y hablándole al ralentí, y llega un momento que suelta: "I said i want to fuck her". Al presentador y a la Whitney se les queda cara de pez y Gainsbourg, por su parte, pide que le den un cigarro, que tiene el monazo.

miércoles, 23 de abril de 2008

La Habitación Roja Redux

Queridas criaturas.

Aquellos fanes recientes de La Habitación Roja estais de enhorabuena. Incluso yo estoy de enhorabuena. Everybody is gonna be happy, que cantaban los Kinks. Resulta que Mushroom Pillow ha comprado a Astro y a Grabaciones en el Mar los derechos de los primeros discos publicados por la banda de l'Eliana. Así que ustedes vosotros tendreis la oportunidad de tener LHR, Largometraje, Radio y 4 y yo de recuperar el primero, que se lo dejé un día al mismo Jorge Martí con la promesa de que me lo devolvería y aún lo estoy esperando. Además, como debería ser siempre en estos casos, parece que viene con bastante material extra y nuevos diseños. Ahora sólo falta que reediten la maqueta "Play pop vol. I" (aquella por la que ganaron en el 95 el Circuit Rock) que yo tengo en cassette y saquen en dvd los mejores momentos de José Ricardo, que vienen a ser casi todos en su vida y que sé de buena tinta que están.

Aquí os dejo mientra tanto un vídeo del año de la picor, creo que es el primero que grabaron y, por consiguiente, les da mucha vergüenza (comprensible por otra parte ya que, como dijo aquel, cualquier tiempo pasado fue anterior)

martes, 22 de abril de 2008

Y ahora uno de James Brown

Impresionante Night Train

Un vídeo de Beth Rowley

Programa 22 de abril de 2008


Queridas Criaturas:




El de hoy es un programa de esos que hacemos variaditos, con de todo un poco y todo bueno señora. Para empezar, el "Night train" de James Brown en un directo de puta madre grabado en el 62 en el Apollo de Harlem. "All aboard/the night train/ti tiriti ti ti titi, tiriti titi ti". Seguimos por el camino del soul y el R&B pero repasando algunos artristras equilibristas de ahora: Sharon Jones and the Dap Kings (riete tú de la tal Amy Winehouse), Beth Rodley (canta de puta madre y es más bonica que un sanluis), Nicole Willis and the Soul Investigators, José James (parece un título de los pixies pero es un señor que canta soul-jazz de maravilla) y por ahí. Después nos ponemos regionalistas a base de Bruno Lomas y sus Rockeros (el disco que grabaron en Francia), Els 5 Xics y Los Botines, que era donde estaba Camilo Sesto bastante antes de darle a la "Melancoliaaaaaaaa". Y después ya Dylan, Beatles, Rolling, Kinks y por ahí. En fin, una cosa entretenida y bien que espero que os guste.
Para la semana que viene estamos preparando un especial sobre el punk y la new wave de los setenta, para que saquéis vuestras crestas al sol y mostréis la roña de las uñas de los pies con orgullo.



Arrevoire.

Para escuchar por internet


Queridas criaturas:


A pesar de ser unos cibertarugos, estamos abiertos a lo moderno, a lo yeye. Así que los que no sois de l'Eliana ni del Camp de Túria, podeis escuchar el programa a través de interneeeeeet. La página web es http://www.leliana.es/medios/radioturia/. Ahí encontrareis un apartado que pone: radio túria en directo. Creo que no es directo, pero me remito a lo dicho anteriormente del cibertaruguismo. Si acaso, intentad conectaros los martes a partir de las ocho de la tarde, que es cuando se emite el programa, y también los sábados a las siete, que es cuando se repite. Y si no, id probando que es gratis. Sólo teneis que tener instalado el winamp.